Deseé morir en sus brazos porque la tristeza ya me había quebrantado el alma, opté por la salida fácil antes que aguardar a que la puerta del triunfo me encontrase despierta, sin refugio. Me sentía ajena a todo, a mi cuerpo, mis propios pensamientos...
Ni siquiera sonreír aliviaba mis penas.
Después de tanto, mi vida había adquirido un matiz tan sombrío que ya ni ganas de continuar en ella sentía. Morí 3 largas veces y resucité en una ocasión, cuando descubrí que tampoco la muerte añadiría una nueva voz a mi silencio.
Solamente por esto aún permanezco entre ustedes, con la esperanza de que, algún día, alguien decida poner fin a mi angustia. Mientras tanto, todo continúa pareciendo igual de cruel e injusto; sólo que ya nadie se interesa en escuchar la historia que me convirtió en una loba esteparia.