Hoy, volvi al lugar donde deje guardada bajo llave la esperanza de cuidarte, de alejar de ti cualquier mal que pusiera en duda tu inmortalidad. Examine el mueble, las paredes y la cocina...y extranie la forma en que solias verter el aceite para prepararme lo mejor que tuvieses alli, aun si eso costaba parte de la comida del dia siguiente. Asi eras tu, siempre dispuesta a darlo todo por las personas.
Sonrei al recordar uno de los tantos chistes que hacias sobre la gran "muralla" que derribaste: Tenias UN "mareo" en Santo Domingo y el rubio con ojos de angel, como decias, no entendia a que te referias y reiste como nunca antes lo habias hecho. Siempre lograste convertir la tragedia en alegria.
Tu sabias de mis incontables excusas y mi escasez de ganas, pero aun asi siempre me recibiste de brazos abiertos y me despedias con un beso en la frente y un tierno "te quiero" que guardaba en el bolsillo. Eras magia y amor.
Te creia inmortal, toda una vencedora y, quiza por ello, aunque no tenga excusa, olvide mi promesa. Pense que serias igual de fuerte con este nuevo "malestar" y continue dando destellos de luz a oscuras. Me ocupe de mis fantasmas. Considere, ingenuamente, que dispondria del tiempo necesario para recompensar mis periodos de ausencia. Y justo cuando empezaba a entender que no solo eras un nombre sino tambien sangre; tuviste que irte, pues ya no podias esperar mas a que mis excusas se convirtieran en hechos y, de ellos, me salieran las agallas necesarias para proporcionarte el ultimo aliento que te dejo sin vida.
Sonrei al recordar uno de los tantos chistes que hacias sobre la gran "muralla" que derribaste: Tenias UN "mareo" en Santo Domingo y el rubio con ojos de angel, como decias, no entendia a que te referias y reiste como nunca antes lo habias hecho. Siempre lograste convertir la tragedia en alegria.
Tu sabias de mis incontables excusas y mi escasez de ganas, pero aun asi siempre me recibiste de brazos abiertos y me despedias con un beso en la frente y un tierno "te quiero" que guardaba en el bolsillo. Eras magia y amor.
Te creia inmortal, toda una vencedora y, quiza por ello, aunque no tenga excusa, olvide mi promesa. Pense que serias igual de fuerte con este nuevo "malestar" y continue dando destellos de luz a oscuras. Me ocupe de mis fantasmas. Considere, ingenuamente, que dispondria del tiempo necesario para recompensar mis periodos de ausencia. Y justo cuando empezaba a entender que no solo eras un nombre sino tambien sangre; tuviste que irte, pues ya no podias esperar mas a que mis excusas se convirtieran en hechos y, de ellos, me salieran las agallas necesarias para proporcionarte el ultimo aliento que te dejo sin vida.
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