Vivimos en un mundo en donde el saber distinguir las cosas que resultan nocivas para nosotros es díficil. Constamente somos bombardeados con imagenes que solo buscan normalizar hechos o acciones que atentan contra nosotros mismos. Conscientes o inconsientes, a diario pisamos el acelerador e ignoramos todas las señales de "Pare" o la sensación que nos invade cuando estamos próximo a hacer algo que realmente no va con quiénes somos. Aún cuando no se trate de la persona más consciente de sí misma, todos tenemos esa "Voz" que nos invita a pisar el freno o nos alerta sobre el camino que estamos por tomar.
Los "ya sabía que iba a terminar mal" nos taladran la mente, cuando las consecuencias de haber ignorado todas las advertencias se hacen presente. Inicialmente, buscaremos el modo de justificarnos o de buscar un culpable. Quizás logremos escudarnos en otro, o en un evento, que nos evite temporalmente responsabilizarnos por nuestros "actos". Sin embargo, la "responsabilidad" siempre logra alcanzarnos.
La "ceguera" momentanea que tuvimos para tomar ese "camino", tarde o temprano, se desvanece. Y un "reclamador" interno parece pasarnos factura de todo. Decía Henry-Louis Mencken "La conciencia es una voz interior que nos advierte que alguien puede estar mirando" y creo que no hay peor crítico que nosotros mismos. ¡Qué caro nos sale pisar ese acelerador como si no existiera un mañana, como si no tuvieramos que rendir cuenta hacia ese "guardián"!
El experimentar que se ha "fallado" hacia uno mismo, es una de las peores sensaciones. Y viene acompañada del "sentirse perdido" y no tener "certeza" sobre quién eres. El justiciero, hace tan bien su trabajo que logra robar tu paz mientras buscas cómo reponerte.
Quizás no contamos con el manual que nos diga exactamente cómo volver a sentirnos a gusto en nuestra piel, pero ansiamos hacerlo; posiblemente para no continuar escuchando la voz o porque necesitamos volver a sentir cierta "tranquilidad" en nuestro patron de pensamientos.
Lo cierto es que una vez logramos volver a nuestro "Nirvana", y hemos aprendido la lección, cada vez que se nos presente alguna situación que podría arrebatarnos esto, prestamos mayor atención a las alertas. Aprendemos a escoger sabiamente, a defender nuestra paz en cada elección o camino que tomamos. No damos por sentado el hecho de que "camino" tras "camino" tenemos frente a la mesa la opción de mantener nuestra paz o iniciar un conjunto de tormentas.
